domingo, 29 de agosto de 2010

De paso por Piedradura

Una sensación de ansiedad embriaga mi cuerpo, cada vez que me toca dejar un sitio que goce de mi agrado, mientras viajaba en el metro al otogar contemplaba un poco Istanbul, no con nostalgia, sino con sed de aventura, dejaba esa fabulosa ciudad con la promesa de adentrarme en el corazón de un país rico en tradición, cultura, historia y sabores, a continuación comenzaría la etapa del viaje que llame “las pasantías”.

Esperando por la salida de mi bus, detrás de mi escucho una discusión de una parejita que en principio no le di importancia, hasta que sin querer diferencie el idioma de la discusión, era español, un poco distinto al mío pero lo entendía, discutían por algo referente a cual era o no el bus y sobre si estaba retrasado algunos minutillos, para mí no hay retraso que rompa con mi serenidad, total ya venia con un retraso de un día, que lo capitalice con una visita no planificada a Roma. Ya teniendo en común el idioma me decidí por romper el hielo preguntando alguna idiotez, al parecer la pareja tenía rato sin hablar con nadie en español y tuvieron el mismo gesto que yo al hablar, una expresión como de alivio.
Un viajecito de toda la noche en un autobús ejecutivo (un poco mas incomodo que los buses camas venezolanos pero si mucho mas limpio), con una muy buena temperatura interna y una atención casi estresante a cargo de un “carreteromozo”, maniático del orden y limpieza, repartiendo a cada rato, té, café, jugo y gaseosas, pero lo mas loco, irritante y nunca visto por mi era el ritual de repartir colonia o agua olorisada entre todos los pasajeros, el carreteromozo tomaba el envase con sumo protocolo, algo así como toman la botella de vino los meseros en los restaurantes caros, iba asiento por asiento ofreciendo el refrescante elixir, las personas respondían colocando las 2 manos al frente y el encargado literalmente llenaba la cavidad entre ellas, seguido a eso los pasajero se echaban sobre el pelo el liquido, luego frotaban las manos entre si y las pasaban por todo el cuerpo, a la primera oferta de colonia la acepte, mas por querer por experimentar, bueno me lamente toda la noche ya que la pase con alergia.
De la pareja con la que converse antes de embarcarme en el autobús, ya conocía sus nombres eran Gonzalo (conocido entre los turcos como Gonzola) y Ana, a estos les había ocurrido algo que para el momento me resultaba extraño, compraron sus boletos muy tarde y les vendieron dos asientos separados, esto es usual cuando se compran los boletos tardes, pero el bus no estaba lleno ni a la mitad, bueno como buenos latinos no dieron importancia al asunto sentándose juntos, lo extraño vino cuando apareció un chico reclamando el puesto de al lado de Gonzalo, este era un chico de unos dieciocho años no mas, Gonzalo trato de negociar con él para que se sentara en el puesto original de Ana, pero este se negaba rotundamente alegando algo en turco que no entendíamos ninguno de los tres, a la final mediamos con el carreteromozo, este nos explico que al lado del puesto de Ana iba una señora y que por alguna razón esa señora no podía sentarse al lado de un hombre, cosa que no comprendimos, total eran turcos los 2, podían hasta conversar y llevarse bien. Indagando en días siguientes descubrimos que en los países islámicos se suelen vender los boletos de bus clasificados por género y que bajo ningún concepto un hombre solo se sentara al lado de una dama a menos que esta vaya con él, triste presagio para mí.

Con el amanecer y las primeras vistas de Anatolia central algunos pensamientos rompen mi serenidad, recuerdos sobre mi padre, los planes que le contaba y de la hermosura de las que especulábamos tendrían estas tierras, al ver esos extensos sembradíos de girasoles, en espera del sol que abran de seguir, mis ojos se aguaraparon, rompiendo mi rostro con una lagrima, esos campos no producían tristeza en mi solo mis recuerdos la traían a mí.
Ya por fin en Nevsehir me asombro con el “peladero de chivo” que es la localidad pero este caso es distinto así que lo llamare “peladero de ovejas”, la diferencia entre los dos radica en que un “peladero de chivos” es un lugar árido, infértil, caótico, con poca vegetación y casi sin ninguna infraestructura humana, donde la vida se abre paso a duras penas y solo hacen de las suyas los chivos o cabras, que son animales muy resistentes a las adversidades, en cambio un “peladero de ovejas”, es un lugar árido, infértil, organizado, urbanizado, con buenas facilidades para hacer el suelo fértil (sistemas de riego), donde las ovejas pastan tranquilamente. Por acá la gente saca el jugo de lo mínimo que la naturaleza ofrezca, justo en medio de la nada se divisa un parcho verde y húmedo, allí en medio de un campo pedregoso y amarrillo estaba un sembradío de jugosas hortalizas, es una buena imagen de los que es Anatolia y su gente, son tenaces y trabajadores, con una belleza sencilla y una complejidad tremenda detrás de ellos.
Justo con bajar del autobús ya había caído en las manos de un promotor turístico, hice un negocio con el que me pareció bueno, aunque la mayor de las ganancias es que el hospedaje que me dio es justo el mismo de mis amigos españoles. Sin tenerlos planificado ya iba montado en un minibús a Göreme, sin preocuparme ni un poquito disfrute mi paseo. Al principio buscaba infructuosamente las fulanas cuevas y formaciones de la Capadocia, me sentía timado, donde estaban esas fulanas formaciones de la Capadocia. Luego de rodar algunos minutos que atónito, estaba bajando a un valle plagado de formaciones rocosas alucinante, parecen nubes pero de piedra, se respira un aire distinto, el sol es contundente y salvaje, pero aun así voy loco por bajar del minibús y adentrarme en ese laberintoso valle.

Gümüş Cave Hotel, sería mi posada administrada y dirigida nada más y nada menos que por El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y su vasallo Sancho Panza (los bautice asi por la similitud en su relación con la de los personajes literarios y porque el “jefe” estaba un poco muchísimo tocado de la cabeza). Luego de instalarme en mí cueva me dispuse a conocer las inmediaciones, entre ellas “El museo al aire libre de Göreme”, este es un sitio donde se concentra mucha de la historia de la zona, con iglesias, monasterios, tumbas, barracones todos ellos escavados en la roca solida, todo allí es hermoso y acogedor, principalmente capto mi atención y encanto la “Tokali church”, una diminuta iglesia que se encuentra antes de entrar al museo, en el interior de ella vi los mejores frescos sobre la historia cristiana que jamás haya visto en mi vida. Alguien con un buen puesto en mis pensamientos alguna vez me dijo: “El arte para ser arte debe trasmitirte los sentimientos que el artista experimentaba a la hora de hacer la obra, o quería que el espectador experimentara”. Al ver el interior de esa pequeña iglesia esa expresión todo sentido y lógica dentro de mí, no suelo ser muy religioso, pero ver la historia de Cristo allí representada, con sumo detalle es muy espiritual, aunque observando a detalle se detecta algo bastante peculiar en las pinturas, en las que estaban más bajas faltaban los ojos de las personas representadas, todas a la altura de una persona promedio con su brazo en alto y sosteniendo en la punta una espada, según lo que indague cuando los musulmanes llegaron a esas tierras se ocuparon de suprimir todo rastro de cristianismo de ella.
Al ver el interior de esa diminuta iglesia, sentí un respeto inmediato por el sacrificio que hizo Jesucristo, capte sus charlas con los doce apóstoles, sentí su tormento a la hora de su crucifixión, entrar en esa diminuta cueva de no mas de 6 metros por 6 metros, me hizo pensar un poco en la esencia misma de la cristiandad, y como dio un cambio de una diminuta y acogedora cueva a un gigantesco, opulento y frio Vaticano.

Ya para terminar el primer día en la Capadocia me decidí por alquilar una bicicleta de montaña y salir a rodar en compañía de Gonzalo, Anita y Mari, como en todas mis aventuras en bicicleta me di una perdida y junto a ella unos buenos coñazos, nada de morir solo los necesarios, en mis andanzas termine en un sembradío de calabazas, detrás de un hotel de lujo, por un escarpado y estrecho caminito, en un aislado valle, este valle me enamoro, lo tenia para mi solo, no debía compartirlo con molestos turistas, guías o cobros de entrada. El valle estaba lleno de “chimeneas”, torreones de rocas formados de manera natural, al pie de una de estas chimeneas encontré una cómoda roca donde acostarme un rato a recuperarme de la pedaleada y mirar mis pensamientos reflejados en las nubes. Una breve siesta sobre mi roca, me transporto a otra dimensión, eres totalmente igual a la original, era el mismo tiempo pero la percepción era otra, el andar pausado y relajado, no existía ni pena, ni dolor.
Tras otro breve dormir debo reconocer que las cuevas son excelentes para descansar, mientras afuera el día es cálido y soleado dentro es fresco, oscuro y húmedo, justo lo que necesitaba para recuperar las energías, esa mañana conocí al que sería mi némesis y tormento durante mi estadía en Turquía, unos pedazos de tomate, pepino, algunas aceitunas, un huevo tibio y un montón de cajitas con mermelada, miel y demás es lo que llaman “Desayuno turco”, al principio la variedad es rica, pero luego de comer veinte de esos desayunos llegas a odiarlos, de todo eso lo único que saca la cara para llenar el estomago es la cesta que ponen repleta de pan, porque el resto es solo decoración.
Un paseo loco a cargo de un loco guía loco, por entre un montón de cuevas y monasterios locos, cavados en las laderas de unas montañas locas, reconozco que eran sitios de sumo interés, aunque mi principal interés de centraba en una sur coreana sentada a mi lado, dueña de una belleza sin par, y una simpatía angelical hizo mi viaje menos pesado y tortuoso. Entre ella y yo, se fue gestando una atracción difícil de describir, desconozco cual seria la imagen que de mi se gestaba atreves de sus horizontales ojos. A la final pude incursionar en sus elusivos labios, me deleite con su rose, sus tibios labios contagiaron de calor los míos, interrumpiendo ocasionalmente por una tímida y picara risa, su cabello entre mis manos se iba enredando de a poco como si no quisiera que lo soltara y pasar a ser parte de mi, lo mejor de esto es que no formo parte de mi imaginación o tal vez si a estas altura de la vida a veces cuesta diferenciar entre lo real o lo imaginario.
Ya para cerrar un día loco nada mejor que una noche loca, y quienes mas locos que Don Quijote y Sancho, no debía ir muy lejos para encontrar diversión, solo a la recepción del hotel, con este par compartí mi última botella de ron, estos conmigo un poco de opio, nunca había tenido contacto con esas sustancias hasta ese día, pero que mierda hay que probarlo para criticarlo, entre risas y conversaciones sin sentido en ingles, turco y español se fue consumiendo la noche, detrás del ron vinieron algunos litros de efes cortesía del hotel, creo que al día siguiente al Hidalgo le quedaría mas que resaca, un cuento en cervezas.
Ya tras cinco días de andanzas, empiezo a sentir lo que viene a buscar, paz, tranquilidad, sosiego. Poco a poco el camino va relajando mi alma y brindándole energía vital y rejuvenecida.

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